sábado, 28 de abril de 2012

¡No podía ser!

Empezaré por pedir disculpas por el título, un tanto forzado, y por el retraso: donde dije jueves digo sábado. Si no fuésemos consecuentes con nuestra entrada anterior deberíamos  haberla titulado ¡No pudo ser!, pero nuestro espíritu crítico y nuestro madridismo nos impiden lenitivos: no podía ser porque nuestro equipo no fue ―y no es― superior al Bayern.
Huiré de críticas personales, no sería justo con el gran esfuerzo físico y mental realizado por todos los jugadores durante el larguísimo partido. Ya habrá tiempo de hacerlas, y no solo por ese encuentro sino por la temporada completa.
Pensando en el futuro de un equipo que tiene un gran potencial debemos decir, como anticipo, que el portero, magnífico guardameta, está demasiado cómodo falto de competencia futbolística dentro de la plantilla y sin crítica periodística que le estimule, la defensa y en centro del campo no han estado a la altura de las exigencia del Real Madrid y la delantera ―incluyo a los jugadores de enlace― han sido el pilar de esta buena temporada. ¡Solo buena, no magnífica como se pretenderá vendernos!




jueves, 26 de abril de 2012

Apelando al madridismo crítico

La victoria del sábado fue una droga euforizante; la eliminación del máximo rival hace dos días un opiáceo. En estado de conciencia alterada, el madridismo anoche se disponía a ver triunfar a su equipo, y los primeros catorce minutos nos suministraron un potente alucinógeno. Yo mismo llegué a ver a Ramos arrojando la Orejona desde el autobús y a Raúl ejecutando capotazos belmontianos con la camiseta del Schalke. El despertar a la realidad es abrumador y decepcionante.
Algunos de los defectos de este equipo han sido apuntados ya por nosotros. En este sentido, Paco, rápido y profundo, fue certero en una entrada que os invitamos a releer. Mientras la prensa deportiva se afana por descabezarnos, eso que hemos bautizado aquí como madridismo crítico debe examinar en profundidad las deficiencias de una plantilla que, capaz de arrasar en la Liga, no llega al nivel óptimo en Europa.


miércoles, 25 de abril de 2012

Una argumentación infalible

Un buen amigo me señaló hace dos semanas la ventaja sustancial que el Madrid tenía sobre el Barça de cara al Clásico. «Nosotros jugamos la ida el martes y ellos el miércoles», dijo. Las fechas de los partidos de vuelta le parecían todavía más determinantes. Mi interés por su valoración no fue más allá de intentar cotejarla con lo que en la prensa deportiva se diría en ese mismo sentido. No me sorprendió el no encontrar adictos a su argumentación. Sí hubo quienes señalaron que Chelsea y Bayern, sin mucho que perder o ganar en sus respectivas competiciones domésticas, tenían una notable ventaja respecto a los equipos españoles, con un partido vital en juego el sábado. Pero no conseguí escuchar voces que apuntaran como factor a tener en cuenta las diferencias de jugar miércoles-sábado-martes con respecto a hacerlo martes-sábado-miércoles.
El resultado del Barça-Madrid —incluso el de anoche— ha dado la razón a mi amigo. Ahora, de cara a un pronóstico para hoy, juega con las cartas marcadas: pase lo que pase, podrá decir que ha acertado. Si el Real Madrid gana y supera la eliminatoria —desde aquí apostamos que así será— mi amigo mostrará gran interés por compararnos con el caso culé. Si no fuera así, subrayará la circunstancia de que el Bayern ha gozado de más de una semana de descanso previo a este decisivo encuentro.


martes, 24 de abril de 2012

Reflexiones en el martes postclásico

La victoria del sábado tiene un triple valor. Uno no se le escapa a nadie: de aquí a unas semanas el madridismo celebrará su trigésimo segundo título liguero. No menos importante es que, en el corto plazo, permite al equipo encarar el compromiso inmediato con entusiasmo, con la dosis de autoestima que tradicionalmente se le enajena en tierras bávaras. Ahora el resultado de la ida parece más fácilmente superable, mientras la tranquilidad que da el tener un título mayor en el bolsillo y con cifras de record es una eficaz medicina contra uno de los grandes males que aqueja a nuestros jugadores más destacados: la ansiedad. Por último, se pone fin a la imagen de rival invencible, vigente entre muchos aficionados a pesar del éxito copero de hace poco más de un año.
El triunfo del Camp Nou no fue brillante en cuanto a juego, pero reveló algunos aspectos positivos a tener en cuenta para lo que queda de temporada. El primero es una solidez defensiva que se ha echado de menos durante el año. En realidad se trató de la consecuencia lógica de un resultado que siempre estuvo de cara —¿quién es el valiente que no hubiera firmado un empate antes de comenzar?—, de modo que el equipo pudo jugar con las líneas muy juntas, consagrar los laterales a misiones exclusivamente defensivas y ceder sin reparos el balón al rival. De esta manera, y salvo en un par de jugadas —además del gol del empate, recuérdense la ocasión de Xavi en la primera parte y la de Tello a pase de Thiago, todo pareció estar controlado.
También es alentador que los jugadores sigan mostrando ese carácter fuerte y ganador que siempre hemos tenido por un rasgo del Real Madrid. Los goles fueron una acabada manifestación de la naturaleza madridista, de esa capacidad de alcanzar el éxito cuando las cosas se ponen cuesta arriba. El de Khedira fue un acto de fe; el de Cristiano un golpe de autoridad.
Y hablando del portugués, sigue demostrando un excelente estado de forma. Es seguro que ahora es mejor jugador que cuando llegó, a pesar de que otros merecidamente le hayan arrebatado los laureles. No creemos que el hecho de que se encuentre a una final de Copa de Europa de distancia de su segundo balón de oro le vaya a motivar más. Él sólo juega para ser el mejor y, aunque algunos nieguen reconocérselo, para que su equipo también lo sea.